El 7 de julio se celebra el Día de la Conservación del Suelo, en memoria del Dr. Hugh Hammond Bennet, científico estadounidense pionero en su estudio. 

“La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”, decía Hammond Bennet a mediados del siglo pasado, mientras dedicaba su carrera a investigar sobre la capacidad productiva de la tierra, y cómo afecta a la biósfera cada cosa que hacemos en ella. 

Para entender la necesidad de promover la conservación del suelo tenemos que comprender primero qué lo está dañando. La degradación del suelo es un fenómeno que ocurre de forma natural, pero la acción del hombre puede tener efectos catastróficos sobre él.

Si no se realiza una conservación del suelo eficaz y urgente, la sostenibilidad de los ecosistemas agrícolas y la productividad de la tierra podrían verse gravemente alterados.

Por eso cada 7 de julio (día en que falleció Bennet) se reflexiona sobre la importancia de los suelos y la amenaza de la desertificación, un fenómeno natural que debe su origen a tres causas: la deforestación, el uso desequilibrado del suelo y el mal uso de la mecanización.

Causas de la degradación del suelo

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define la degradación del suelo como ‘un cambio en su salud del suelo que resulta de una disminución o pérdida para producir bienes o prestar sus servicios ecosistémicos’.

La degradación de los suelos se produce por efecto de procesos naturales pero también por las actividades humanas. Algunas de las causas son:

  • Tala y deforestación.
  • Agotamiento agrícola de los nutrientes del suelo debido a prácticas agrícolas deficientes.
  • Ganadería, incluidos el sobrepastoreo y la extracción excesiva.
  • Riego inadecuado ​ y sobreexplotación.
  • Expansión urbana y desarrollo comercial.
  • Vehículos todoterreno.
  • Extracción de piedra, arena, menas y minerales
  • Exposición de suelo desnudo después de la cosecha con maquinaria pesada
  • Monocultivo, desestabilizando el ecosistema local.
  • Vertido de basura no biodegradable, como plásticos.
  • Especies invasivas.
  • Cambio climático

A menos que actuemos ahora, la situación seguirá empeorando. En los próximos 25 años, la degradación de las tierras podría reducir la productividad alimentaria mundial hasta en un 12 %, lo que provocaría un aumento del 30 % de los precios mundiales de los alimentos. Si nos despreocupamos de esta cuestión, nunca alcanzaremos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.